Alan es un niño de 11 años con sordoceguera de la comunidad maya en la zona rural de Yucatán. Vive con sus padres y dos hermanos mayores, y ha asistido a la escuela de educación especial en Tecoh desde que tenía 4 años. Hasta hace poco, los maestros y la familia habían estado luchando por comprender y abordar sus complejas necesidades. Alan solía tener frecuentes problemas de conducta, especialmente durante sus ataques de migraña.
Después de las capacitaciones de Perkins, los maestros de su escuela hicieron varios ajustes a la rutina y el entorno de su salón de clases, e introdujeron intervenciones que han beneficiado a Alan. Por ejemplo, implementar una técnica de mano a mano y enseñar vocabulario en lenguaje de señas para guiar a Alan a través de sus actividades. Los maestros también están usando un cuadro de calendario con objetos táctiles para desarrollar sus habilidades de comunicación. Alentada por la escuela, la madre de Alan ha comenzado a participar más activamente en la educación de su hijo. Como resultado, se han observado cambios positivos en Alan. Se comunica más fácilmente usando signos táctiles, objetos y lenguaje. Muestra una mayor iniciativa en la exploración de objetos y su entorno a través del tacto y el olfato.
La pandemia alteró la rutina de Alan: su ansiedad y arrebatos aumentaron, su rutina de sueño y sus hábitos alimenticios cambiaron. Pero gradualmente, con la ayuda remota de maestros capacitados en Perkins, su madre pudo reanudar las actividades y la rutina a las que estaba acostumbrado. Durante los últimos meses, con el apoyo de su madre, Alan ha comenzado a relacionarse con su familia y a comunicarse con ellos mediante el lenguaje de señas. Con adaptaciones ágiles y entrenamiento intensivo de sus maestros y el compromiso de su familia, Perkins ha podido ayudar a garantizar que la pandemia no afecte el progreso de Alan hacia sus objetivos de aprendizaje escolar.
